sábado, 24 de noviembre de 2018

Sobre blogs, motovlogs, redes sociales y otras historias

Sábado, 24 de noviembre de 2018. Cuando se me ocurrió escribir un artículo sobre lo relacionado en el título, realmente barajaba varios: "Las redes sociales", "El motero social", "El motero bloguero", "Sobre los blogs, las redes sociales y otras tontadas...". Al final, decidí dulcificar un poco el título e intentar abarcar un poco de todo.

Que ¿porqué escribo esto teniendo un blog y siendo motero? Pues porque tras más de seis años de existencia del blog, escribiendo, filmando, fotografiando, haciendo todo ello público a cambio de nada, uno comienza a preguntarse ¿para qué coño hago esto? ¿Qué saco con todo ello? ¿Le importa a alguien?

Estamos en una época en la que quien no está presente en las redes sociales parece que no existe. Es un decir, pero quieras o no, terminamos sucumbiendo al poder del "Like". Otra cosa es si es tan malo "no existir", o bien, si existir en las redes sociales sirve para algo o nos aporta algo más que agrandar nuestro ego.

Hace tiempo leí en algún sitio que el consumismo, junto con las redes sociales, es algo así como "comprar aquello que no necesitamos, con el dinero que no tenemos, para impresionar a alguien que no nos importa".  Porque realmente, tanto las redes sociales, como los blogs y motovlogs, al menos desde el punto de vista motero, se basan en eso, en poner fotos, vídeos, viajes, rutas, o algo similar, para captar el "Like", el "Me gusta", en definitiva, para impresionar o llamar la atención de alguien que ni conocemos, ni nos importa. ¿Hay algún otro motivo diferente? Lo hay, y es el de los que obtienen ingresos por publicidad en su canal o blog. En cualquier otra circunstancia, el "Like", el "Me gusta" o los comentarios son la única gratificación.

El ser humano, como animal gregario, le gusta y necesita la aprobación de los demás, y quien diga lo contrario, sencillamente miente. Por supuesto, siempre hay y habrá excepciones y le dará más o menos importancia a esta aprobación cibernética, incluso quien estará ajeno totalmente a ella, o a la presencia en las redes sociales. Aún así, es algo consustancial a su naturaleza. De una u otra manera, a quien ni tenga presencia ni le gusten las redes sociales, al menos le gustará la aprobación de sus amigos, familiares o entorno más cercano. Otro tema es el de gente que no conoces.


Todo por un "Me gusta" o un "Like"...
de alguien que ni conoces, ni te importa.


¿Qué busca un motero cuando hace pública una foto al lado de su moto, con un paisaje bonito como fondo, saltando con los brazos en alto, o en un determinado pose, o pasando por un charco salpicando agua o barro? ¿admiración? ¿reconocimiento? ¿dar a conocer el paisaje? ¿presumir de moto? ¿compartir su alegría con quien no conoce? Quizá sea un poco de todo, o un mucho de algo y un poco de lo demás. No es que haya nada malo en ello, pero todo conduce a lo mismo: llamar la atención de alguien que ni conocemos, ni nos importa.

En el mundo internauta de los blogs, motovlogs y Youtube, casi todos conocemos gente que se ha labrado un nombre en este mundo, incluso que ha conseguido vivir de ello y de la publicidad que genera. Son un puñado, muy pocos, pero los hay. Al final son los que sobreviven. El problema está en todos aquellos, entre los que me incluyo, que publican contenido, pero que es algo totalmente altruista: no hay publicidad, no hay ingresos, tampoco es que haya mucha interacción con los lectores... Aquí es donde uno comienza a preguntarse si realmente merece la pena seguir haciéndolo, o al menos, de manera pública. En mi caso, la intención es seguir haciendo rutas, fotos, vídeos y reportajes, seguir manteniendo el blog y el canal de Youtube, aunque sea de una manera totalmente gratuita, pero no tengo tan claro que lo siga haciendo público... Total ¿para qué?

Ya hace más de un año que todas las salidas que hago las grabo en GPS, junto con un comentario de impresiones personales y fotos añadidas, pero es algo totalmente privado. Ni me gusta, ni me interesa dar a conocer esos detalles a quien no conozco. Sinceramente, tampoco veo motivo para seguir haciendo públicas el resto de rutas, fotos y vídeos incluso en un blog. Hoy mismo, he hecho una ruta muy agradable por un entorno paisajístico admirable. Pensaba hacer público un vídeo, reportaje y fotos, pero luego pienso ¿Para qué? ¿Será los años? ¿Será el tiempo? Hmmmm... Quizá sea el momento de volver a ser alguien totalmente anónimo y que los recuerdos permanezcan eso, en la memoria, tanto mental como de un dispositivo electrónico... Total ¿para qué?










jueves, 1 de noviembre de 2018

Hanway Furious 125

Jueves, 1 de noviembre de 2018. Hoy, día de todos los santos, y ante la ausencia de rutas destacables en las últimas semanas, he decidido dedicarle un artículo a la Hanway Furious 125. El motivo ha sido la reciente presentación de esta moto, junto con su gran rival china, la Keeway RKF 125.

Siempre me han gustado las pequeñas cilindradas, ya que valoro especialmente la manejabilidad y ligereza por encima de las prestaciones puras. De hecho, mi segunda moto, allá por 1989 fue una de las modernas, aunque no más punteras, 125 2T que entonces causaban furor: la Cagiva Aletta D´Oro 125 que conseguía unos buenos 25 CV a 9.000 rpm. Recientemente, disfruté durante casi tres años de mi primera trail, una Keeway TX125S de 11 CV a 9.000 rpm con la que realicé innumerables recorridos por entornos rurales.

Otro de los motivos de dedicarle un artículo a esta Furious es que, hojeando su manual de usuario, me han llamado la atención dos detalles que no había visto hasta ahora en motos de procedencia china: los intervalos de cambios de aceite cada 10.000 km y la última revisión especificada en dicho manual, nada menos que a los 115.000 km, lo que presupone que el fabricante confía en su producto tanto para soportar intervalos relativamente largos entre cambios de lubricante, como en la fiabilidad y duración. Todo esto, junto con un precio contenido de 2.995 euros lo hacen muy interesante en el competitivo mundo de las 125 deportivas, frente a sus rivales japonesas y austríacas que superan con amplitud los 4.000 euros.


Hanway Furious 125. Tecnología china de gran
fiabilidad y rendimiento.


Estética y mecánica modernas, donde solo falta 
el ABS, comprensible dado su ajustado precio.


Cuadro de mandos totalmente digital para la Furious.


Especificaciones técnicas extraídas del manual
de usuario y mantenimiento.


Intervalos de mantenimiento largos y escasos.


Última revisión tasada a los 115.000 km. ¿una
garantía de fiabilidad y duración?










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