viernes, 19 de junio de 2020

Diez años desde el inicio de la segunda etapa motera

Viernes, 19 de junio de 2020. Corría el mes de junio de 2010. Las ganas de moto eran cada vez mayores. Ya tenía casi decidido que iba a comprarme una moto, tras más de veinte años sin tener ninguna, desde el ya lejano mes de abril de 1990 en el que vendí la Cagiva Aletta D´Oro 125. Un compañero de trabajo se había comprado hace unos meses una Kawasaki ER6N y era un modelo que me gustaba mucho. Relativamente potente y relativamente manejable para volver a esto de las motos. Recuerdo que fui a probarla, me acompañó el compañero de la ER6 y salimos, yo con esta moto de prueba, y él con la nueva versión de la Z1000 versión 2010, que a mi me daba casi "miedo". Llegamos a intercambiar las motos y la Z1000 me entusiasmó. Menudo bicho, no solo en las obvias prestaciones, sino en el sonido y la seguridad que transmitía. No obstante, se me iba de precio, y me parecía mucha moto para este momento. Barajé otras opciones, incluso la segunda mano, pero finalmente, una vez tomada la decisión por la Kawa ER6, me dirigí al banco a pedir el crédito. Recuerdo que en aquella época había dos versiones, una sin ABS y otra con él, que costaba como 600 euros más, y además había que pedirla y esperar su llegada. Mi ansia pudo más y me decanté por la versión más económica sin ABS, en el color verde característico de la marca de Akashi.

Así llegó el sábado 19 de junio de 2010. Ese día fui a recoger mi flamante moto nueva, casco nuevo, y a empezar así este periplo que me ha llevado hasta hoy, tras diez años y unas cuantas motos más probadas, compradas y vendidas. Tenía una mezcla de emoción e incertidumbre, junto con algo de aprensión. Ya había comprobado en la prueba que la moto andaba mucho, al menos, comparada con las que había tenido veinte años atrás, como la Morini 350 K2 y la mencionada Aletta D´Oro 125. Me dirigí por un tramo de carretera nacional, con bastantes curvas, que conocía bien. Me divertí de lo lindo. Experimenté sensaciones añejas pero potenciadas por la calidad de una moto más moderna. En esa época, para mi no existía otro tipo de moto. Las trail, no las contemplaba. Las custom, tampoco. Los scooters, les tenía aversión... De todo eso, han pasado ya diez años.

Esa moto me duró poco, ya que a finales de 2011, tras unos 10.000 km con la ER6, consideré que era el momento de dar el salto a otro modelo superior. Realmente, mi mente estaba ocupada con la Z1000, o su nueva versión carenada, la SX. Si hubiera esperado más, y ahorrado, podría haberla tenido. Mi ansia pudo más, y tras ver unos cuantos modelos de BMW, consideré que una R1200R, aunque fuera de segunda mano, era un excelente relevo, una moto naked potente, todo uso, y con la que pensaba que no tendría problemas, dado el "prestigio" de la marca. No fue así. Se convirtió en una pesadilla sacacuartos, y tras dos años y siete meses y unos 19.000 km después, me la quité de encima. Ya casi al final de esa etapa, descubrí el mundo trail. Los últimos meses con la BMW los simultaneé con la nueva Keeway TX125S, una sencilla trail china con la que me divertí de lo lindo. Había redescubierto la moto.

Finalmente, como digo, me deshice de la R1200R, pero no quise desprenderme del todo de las motos de asfalto, por lo que la cambié por una más sencilla, pero infinitamente más fiable y agradecida Yamaha XJ6 SP. Tuve estas dos motos otros casi tres años, hasta que el uso de una y otra me hizo ver que lo mío era lo rural, lo campero, y que el asfalto, para los coches. Total, que primero vendí la TX125S y luego la XJ6, para unos meses después comprarme una Honda CRF250L como única moto. Pocos meses duraría en esa condición, ya que mi inquietud hizo que me comprara una MTB de pedaleo asistido eléctrico, simultaneando las salidas en moto con la bici eléctrica. Tampoco me llenaba del todo, y unos meses más tarde llegó lo que consideraba una especie de "híbrido" entre moto y bici, la Rieju Bye Bike Luxe. Así pues, hubo unos meses en los que simultaneaba el uso de la CRF, la Bye Bike y la eMTB Emotion Rebel.

Una vez más, el uso hizo su selección natural y de lo primero que me desprendí fue de la MTB eléctrica. No porque no me gustara, sino por las continuas molestias en cadera, espalda, culo, junto con el hecho de que eso de pedalear en un vehículo tan caro, no me llenaba. Total, que vendí la bici. Tras ella, consideré que aunque la Bye Bike me hizo pasar buenos momentos, había llegado el momento de probar algo diferente, y ahí vino la Piaggio Typhoon 125 sustituyendo a la Rieju. Durante unos meses, convivieron la CRF250L y la Typhoon con un uso similar por entornos rurales, pero variando los itinerarios.

Tras casi otros tres años con la CRF y menos de uno con la Typhoon, consideré que la época de motos de uso más inclinado al campo había pasado, y quería algo automático. Ahí vino ya la Honda SH300, que sustituyó tanto a la propia CRF como a la Typhoon. El problema es que la cabra tira al monte, y la SH300 que es mi moto actual, me encanta, pero claro, no es lo mismo a la hora de andar por caminos, llenarla de tierra polvo y demás. Tras unos seis meses de uso exclusivo de la SH300, me empezó a picar el gusanillo de pisar tierra y ahí entra la nueva moto, otra Rieju Bye Bike pero modificada para un uso más campero que la anterior que había tenido. La experiencia me había demostrado que para paseos tranquilos por caminos y pistas era la mejor opción, una moto hipermega-ligera de limitadas prestaciones pero con sabor añejo de los 2 tiempos, el aire a Derbi Variant y la ligereza extrema. En ese estado estoy ahora, diez años después de aquella ER6N. Así pues, mi actual equipo de motos se resume en la SH300 para asfalto y la Rieju Bye Bike Adventure para caminos y pistas. Dos motos automáticas ligeras, sencillas, pero que resumen todo el deseo que tengo actualmente tras diez años de experiencias acumuladas probando motos. ¿Qué será lo siguiente? ¿La Honda CT125 Hunter Cub? ¿Podré con tres motos? Mmmmm... Ya veremos...


Kawasaki ER6N, la primera. Con ella empezó todo.
... de nuevo, tras 20 años...


BMW R1200R, la segunda. Creía que sería mi mejor
moto, pero no. Un cúmulo de problemas constantes.


Keeway TX125S, la tercera. Una de las motos con
las que más he disfrutado.


Yamaha XJ6N, la cuarta y sustituta de la BMW.
Una excelente máquina, fiable y polivalente.


Honda CRF250L, la quinta. Otra de las máquinas
con las que más disfruté. El relevo de la TX125S.


Rieju Bye Bike Luxe, la sexta. Mi primer ciclomotor.
A pesar del poco tiempo que la tuve, la disfruté bien.


Piaggio Typhoon 125. la séptima. Mi primer scooter.
El relevo de la Rieju, mismas impresiones.


Honda SH300, la octava. La moto que sustituyó
tanto a la Typhoon como a la CRF250L, mi actual moto.


Rieju Bye Bike Adventure, la novena. El complemento
de la SH300 para uso rural. La segunda actual moto.











jueves, 11 de junio de 2020

Rieju Bye Bike: segundas partes siempre fueron buenas

Jueves, 11 de junio de 2020. Tras los últimos cambios de vehículos que tuve a finales de 2019: venta de la Typhoon 125 y de la CRF250L, sustituidas por la Honda SH300, y cambio del Micra por el Focus Active, me quedaba un asunto pendiente. Como animal de monte, a pesar de las ciertas aptitudes camperas del Active, y de la rueda alta de la SH300, que los capacitan para circular por terrenos relativamente irregulares, nunca serán lo mismo que un vehículo destinado a andar por estos ambientes, en los que la ligereza y manejabilidad fueran la cualidad esencial.

Con esta adaptación de uso y costumbres a los nuevos vehículos, también han variado un poco el enfoque de mis "peripecias rurales". Ahora hago más senderismo, más moto, o coche-senderismo, es decir, salir con una u otro a un punto concreto, y recorrer el tramo previsto andando, ayudado de un GPS. Aún así, insisto, quedaba el asunto pendiente de hacer recorridos de mayor magnitud por caminos rurales y carreteras sin denominación a bordo de un vehículo ligero y manejable, una especie de bicicleta, pero sin el tormento de dar pedales, aspecto que eliminaba completamente las cada vez más de moda y enormemente caras bicicletas eléctricas de pedaleo asistido. Tenía en mente la recientemente presentada Honda CT125, pero, a fecha de hoy, no está claro que llegue a importarse en Europa. Además, a pesar de derivar de una clásica como la Super Cub, monta un motor de 4 tiempos y cambio semiautomático, mientras que mi predilección actual se dirige hacia las motos con los casi extintos motores de 2 tiempos y totalmente automáticas, aún sin descartar la CT como futurible compra.

Así pues, me surgió de nuevo la idea de principios de 2018: el ciclomotor de dos tiempos. En ese año me compré la Rieju Bye Bike Luxe. Disfruté como nunca de este pequeño y ágil vehículo por ambientes rurales que jamás hubiera recorrido a bordo de una moto de más cilindrada, y evidentemente, mucho menos andando. Dos años después, me rondaba de nuevo la idea de repetir la compra y volver a adquirir este vehículo, más sabiendo que, comercialmente, los motores de dos tiempos tienen los días contados con la próxima implantación de la Euro 5 en motos. Dado que nuevo no hay nada equivalente, pensé en comprar un Vespino, uno de los muchos que todavía quedan en circulación, verdadera máquina indestructible, configurable y adaptable que sobrevive a la tecnología actual, o una de las últimas Derbi Variant. Me echaba para atrás lo evidente: la antigüedad, el hecho de tener que estar encima para ponerlo y tenerlo en orden de marcha, los pedales, la posibilidad de averías (retenes de cigüeñal resecados o similares) la mezcla manual de gasolina-aceite... Total que, vistas las opciones, me he decidido por adquirir, de nuevo, la Rieju Bye Bike, aunque en una versión más "adventurizada", con asiento monoplaza, ruedas de enduro, y otro color. Es la primera vez que repito modelo de moto, pero como comento, es que tampoco hay muchas más opciones, al menos como vehículo nuevo. La idea sobre su uso es la misma que entonces, emplearla como una especie de mountain bike light, en similares ambientes, pero sin dar pedales.

Sobre las características técnicas, no me detendré mucho en ello, remitiéndome a lo expuesto en la presentación del modelo en el anterior enlace. Las diferencias con aquél modelo de 2018 se centran en el asiento monoplaza, la parrilla trasera de mayor tamaño y capacidad, las ruedas mixtas y el color gris de los plásticos. El resto, es esencialmente la misma moto, por lo que la conozco bien.

Ahora, como digo siempre, lo que hace falta es buscar y encontrar el tiempo y las rutas adecuadas para disfrutar de ella en esos parajes que tanto me gustan y con los que me identifico: monte, montaña, caminos, pistas, sendas... complementando las salidas moto y coche-senderistas con los otros vehículos.


La Rieju Bye Bike "Adventure" en su primera parada.
Todavía sin adhesivos ni bolso de viaje.


Neumáticos Vee Ruber de 17 pulgadas y 2,50 de
anchura, de claro corte endurero.


El nostálgico motor Rieju Bye Bike 2 tiempos de
49cc. Uno de los últimos que se fabricarán nuevos.


Asiento monoplaza y gran parrilla portabultos.
En ella instalaré el bolso Givi T439.


Aquí ya con el bolso Givi T439 instalado. En la
parte delantera del portabultos aún sobra espacio.


Ya 14 km en el odómetro. Todo un mundo de
 aventuras por delante.


Detalle del sistema de escape Euro 4 y el motor
de arranque. Cuenta también con kickstarter, en
previsión de falta de energía por "cuarentenas".













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