Camino de la Rambla Salada de Albatera
Lo bonito de la ruta comienza cuando el camino se desvía hacia la cresta de Las Ventanas rumbo a la Rambla Salada. Esta relativamente bien señalizada con estacas con rayado blanco y amarillo, o puntos verdes que indican los principales desvíos. Lo más directo es seguir el canalón por donde discurría el agua, atravesando varios pequeños acueductos que conducen al barranco que, a su vez, desemboca en la Rambla Salada.
Una vez que llegas, tienes una vista espectacular de las formaciones blanquecinas de sal bordeando los arroyos que discurren por la rambla. En esta época del año no había mucha agua ya que las precipitaciones han sido escasas, pero aún así se oye el relajante ruido del agua y se puede andar, con cuidado, por los bordes llenos de sal hasta que llegas a una zona de balsas que converge en un estrecho desfiladero, mucho más angosto y ya de paso más complicado. Llegado a este punto decidí no continuar ya que me parecía demasiado dificultoso y tampoco iba sobrado de tiempo.
Resumiendo, unas 3 horas de senderismo, entre ida y vuelta y un paraje que merece mucho la pena contemplar, oír y pisar. España, sin ir más lejos.
Inicio de la ruta. Un descenso por una pista forestal
en buen estado, aunque con grava suelta.
Mirando al norte se ven las crestas de "Las Ventanas"
Uno de los canalones por los que se ataja el camino.
En tiempos, cauce del agua.
Cuando llegas a la Rambla Salada, desde la senda,
tienes esta perspectiva mirando al sur.
Y esta, mirando al norte.
Uno de los pasos estrechos de la rambla, mirando al sur.
Detalle de la acumulación de sal que, en ciertas zonas
es impresionante.
Cantos rodados, sal y agua, la tónica del recorrido.
Una de las zonas más bonitas del recorrido, el
conjunto de balsas y cascadas que convergen desde
el estrecho desfiladero.
Desde otra perspectiva se aprecian más cascadas y
balsas. Teóricamente, el recorrido continúa por
ese desfiladero, para los más atrevidos.
No lo hice a propósito, pero iba de negro, hasta la
gorra. Gran contraste con lo blanquecino del entorno.
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