Parece ser que, según las últimas teorías, la muerte solo existe para los ojos de quien la ve. Evidentemente, los fallecidos no son conscientes de ella, o al menos, nadie ha vuelto para contarlo. El problema es diferenciar la muerte física del cuerpo, de la conciencia, del yo interior. Si entendemos la conciencia como una forma de energía, la pérdida del cuerpo no supondría más que una transformación de la misma, eso sí, en cualquier otra forma de vida. El dilema, es que no tenemos recuerdos de otra conciencia anterior, posiblemente porque la forma de vida tampoco la tendría. Es algo complejo de explicar, y más todavía, de entender, pero tiene cierta lógica. Lo que no tendría sentido es estar creando materia continuamente, para que muera, y vuelva a nacer de la nada, cuando en la naturaleza se aprovecha, y de autorecicla absolutamente todo.
De todas formas, volviendo al mundo terrenal, que es del que somos conscientes, lo que está claro, y más conforme pasan los años, es que el tiempo pasa y no vuelve, que cada día es único e irrepetible, que tenemos que aprovechar el momento, y no dejar para el futuro planes que pueden realizarse.
Centrándome en el mundo de las motos, también han pasado por mi cabeza multitud de ideas, desde abandonar el mundo motero, hasta centrarme en los scooter, cambiando la CRF por otro scooter, u otras ideas similares. Ciertamente, las motos han supuesto para mi una liberación, una especie de prolongación de mis extremidades que me permitían llegar hasta esos ambientes que tanto me atraen, que tanto me llenan, y que tanto me reconfortan. La moto es como ese complemento perfecto para el viajero que, además de trasladarse, disfruta con el trayecto, con cada ruta y sintiendo cada kilómetro.
Hace poco que he superado con la CRF sus primeros 10.000 kilómetros y no puedo estar más satisfecho. La moto va mejor conforme va sumando kilometraje, no ha tenido el menor percance, y me transmite una sensación de confianza y fiabilidad total. No veo motivo para su cambio más que el mero capricho, y es una máquina en la que la palabra que mejor la describe es polivalencia. Un excelente desempeño en carreteras de todo tipo y un excepcional comportamiento fuera de ellas.
El contrapunto a la CRF es la Typhoon, un complemento ideal cuando lo que me apetece es pasear, sin más, por entornos más casuales, más rebuscados, más cercanos, pero no menos valorados por mi. Una perfecta sustituta de mi anterior Rieju Bye Bike, el ciclomotor que tanto me recordaba a las Variant de antaño.
Desde hace poco, también he vuelto al mundo del ciclismo, esta vez de la mano de una bicicleta híbrida, o de trekking, "pulmonar", con una geometría y ergonomía más descansada que las mountain bike típicas, además de más ligera, sencilla y ágil. Me gusta seguir manteniendo mis viejas aficiones aunque sea de una manera más pausada.
Me resisto a perder las viejas costumbres. Una vez
vendida la e-mtb, vuelta al ciclismo con una bicicleta
"pulmonar" híbrida, o de trekking.
Lo que ya me va costando más es adentrarme en solitario en entornos como pistas forestales o caminos de gran envergadura. Voy asumiendo que el riesgo es cada vez mayor y ese tipo de recorridos prefiero hacerlos ya andando, o como mucho, en bicicleta. No quiere esto decir que ya no los vuelva a hacer, ya que no quiero cerrarme puertas, pero es algo que estoy valorando.
A partir de aquí, solo cabe seguir disfrutando de las motos, de la naturaleza, de la vida, y de esa consciencia de que estamos aquí de paso, con fecha de caducidad, lo que ciertamente, me hace querer vivir con mayor intensidad. Así pues, disfrutemos hoy de lo que tenemos, sin esperar a que algo cambie, o mejore para ello. En definitiva, como dice el proverbio: no hay que tomarse tan en serio la vida, al fin y al cabo, no vamos a salir vivos de ella.
Saludos pilotos!!!
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