sábado, 27 de abril de 2019

La política - reflexiones moteras

Viernes, 26 de abril de 2019. Dicen que Aristóteles, Maquiavelo, Bismarck o Churchill dijeron aquello de que la política es el arte de lo posible. También se dice que es una Ciencia porque se ocupa del análisis teórico, histórico y epistemológico de la realidad objetiva en determinado contexto nacional, regional o mundial. La política como arte requiere habilidad, experiencia y astucia. ... Como ciencia nos da explicaciones de los fenómenos sociales, económicos, políticos, electorales y otros.

Yo creo que la política, es ese despreciable arte de buscar problemas donde no existen, para prometer ponerles solución, de enfrentar al pueblo para evitar su unión y hacerlo más manejable. Vivimos en una sociedad a la que se le llena la boca con la palabra democracia, donde unos pocos deciden en nombre de la mayoría. Dicen representarnos, pero lo cierto es que solo se representan a sí mismos y a quienes siguen las directrices del partido. Elaboran listas cerradas de candidatos, elegidos a dedo de entre su círculo más afín, imposibilitando una representación real directa de la ciudadanía. Por otro lado, se acuerdan de los electores cuando hay alguna cámara cerca o en campaña electoral. Los ciudadanos se limitan a expresar su voto cada cuatro años, sintiéndose muy libres y muy democráticos, cuando aquí acaba su participación en la vida pública. Que lo hagan otros, se suele decir, no siendo conscientes de que cuando no decides tú, otros lo harán por tí.




Los políticos saben muy bien cómo manipular la opinión pública, al igual que los medios de comunicación, cuando lo cierto es que únicamente buscan poder. No se exige ningún estudio, ninguna oposición, ni prueba alguna para ser político, algo completamente inaudito e increíble que admitimos como normal. Cualquier Ministro sirve para cualquier cartera, con independencia de su preparación o conocimientos. Me pregunto ¿Porqué dejamos en manos de indocumentados la toma de decisiones transcendetales que influyen en la vida de tanta gente? ¿Hasta cuándo tendremos que aguantar tanta mediocridad, tanta hipocresía, tanto latrocinio y tanta falsedad?

Nunca me he considerado fanático ni talibán de ninguna ideología. Aún así, diría que de más joven era más propio de las ideas llamadas "de izquierdas". Creía que eran los "buenos" del sistema por aquello de defender los intereses de los menos pudientes. Con el tiempo, me di cuenta de que eran, como mínimo, igual de falsos y de judas que los llamados "de derechas", con el agravante de revestirse de una presunta mayor autoridad moral, por aquello de que, tras la 2ª Guerra Mundial, y de la Guerra Civil Española, se creó una especie de corriente ideológica en la que, o eras de izquierdas, o te etiquetaban de facha, o de fascista. O eras progresista, o eras fascista; o eras socialista, o eras fascista; o eras comunista, o eras fascista. En definitiva, todo lo que no fuera comulgar con las llamadas ideas progresistas de izquierda, según ellos, estaba mal, y por tanto eras facha o fascista. Esto creó un profundo complejo moral en la llamada derecha democrática, en la que se perdieron todos los valores tradicionales, convirtiéndose en una ideología tan políticamente correcta, como vacía, insustancial, deseosa de agradar a la llamada izquierda.

Yo creo que la catalogación de izquierda y derecha está caduca y trasnochada. En el fondo, todos queremos lo mismo: vivir bien, vivir con calidad. Tenemos que tender hacia la unión, hacia la combinación de fuerzas para conseguir nuestros objetivos. Debemos evitar que los politicastros nos enfrenten: hombres contra mujeres, la llamada izquierda contra la llamada derecha. Tenemos que evitar caer en lo que ellos quieren: enfrentar al pueblo para dividirlo y que sea más manejable. Eso no es de izquierdas, ni de derechas, es de sentido común. Solo cuando entendamos esto podremos cambiar este nefasto sistema de partidos políticos y que el pueblo sea realmente el que tome las decisiones por mayoría.

"Hasta que no tengan consciencia de su fuerza, no se rebelarán, y hasta después de haberse rebelado, no serán conscientes. Éste es el problema". (George Orwell, 1984)









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